Descripción
Tuvieron que pasar cinco siglos para que los cristianos osaran representar a Jesús crucificado. Muerte infame y discurso paradójico a la vez, el Mesías crucificado es “escándalo para los judíos y locura para los paganos” (1 Cor 1,23), tanto actualmente como ayer. Pablo, Marcos, y, luego, todos los demás, lo catalogan de Buena Noticia para todos, de “Evangelio”. En el concilio de Nicea, en 325, los obispos heredarán su reflexión y forjarán las palabras que se encuentran en el centro del Credo: “Crucificado bajo el poder de Poncio Pilato, sufrió su pasión y fue sepultado”.
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